Aunque se habla de manera tan fantástica de cómo sería extraordinario si en la escuela se ejerciere el rol de investigación en la escuela, la realidad es otra: en la mayoría de los casos programas obsoletos, repetitivos que los docentes no quieren cambiar, pues fue la manera que aprendieron a “enseñar”. También, se podría justificar con la infraestructura de las instituciones públicas y los pocos recursos que se le invierte. En tanto, si se quiere buscar excusas, se van a encontrar.
Y es que trabajos como
los de Zabalza y Zabalza (2011), recalcan la importancia de la formación del
profesorado de EI, entre otros aspectos, por el papel casi exclusivo en decidir
“lo que se hace” y “lo que no se hace” en el aula. De ahí la necesidad de estar
suficientemente formado para poder desarrollar su tarea docente con éxito.
Se debe llegar a un
proceso de enseñanza-aprendizaje mucho más comprensible, más dinámico, más
reflexivo, en el que el constante cuestionamiento del quehacer docente y el
aprendizaje significativo sea el norte y apasione a este nuevo reto de ser
docentes en que necesitamos más a una guía, un líder en búsqueda de
conocimientos y aprendizajes contextualizados parea la vida misma, que una
persona carente de vocación llenándonos de información.
De acuerdo con
Aristóteles, cuyos conceptos son aplicables en nuestros días, se establecen los
tres tipos de reflexión: técnica, práctica y crítica, con diferentes
conocimientos, razones, intereses y procedimientos para generar las acciones,
organización social y la manifestación política.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario